¿Realmente te hace hombre ser como otros hombres?
La violencia sexual, racial, de género y otras formas de discriminación en la cultura no pueden ser eliminadas sin cambiar la cultura.
Hoy me levanté con el orgullo alzado, me miré al espejo sintiéndome más que un semental, caminé libremente por las calles y me detuve impunemente para mear en plena esquina, subirme el cierre, tomar el Metropolitano y encontrar el momento preciso para frotar mis genitales contra varias curvas provocativas y deseables con sus malditos pantalones apretados y sus satánicos escotes. Una vez terminado mi acto de macho alfa, bajé en mi paradero habitual, a chambear un rato, a ver qué se asoma, hay que alimentar a los chibolos. De regreso, la misma aventura, llegué a casa y disfruté la deliciosa cena que me preparó mi esposa, la madre de mis hijos, que no está sola en el mundo gracias a mí.
Mientras escuchaba las noticias para ver en qué había quedado el partido de Perú, narraban cómo treinta héroes filmaron a una chica de diecisiete años a la vez que la violaban y pienso cómo nunca pude llegar a tanto, no tengo tan buenos amigos que compartan sus ganancias, mis patas solo me envían una que otra calata y videitos de Millet en el baño en los que no logró vislumbrar nada contundente, entonces me sube el libido, ¿cómo no pude estar ahí? ¡Maldita sea! Quiero desfogar mi furia, quiero darle un par de buenos golpes a mi mujer, porque no luce hermosa y virginal como una quinceañera.
Me provoca llamar a Francisco e irnos por una cerveza y luego terminar en uno de esos huecos donde finalmente puedo sentir que las someto, que son todas mías para luego castigarlas a pedradas como a aquella pobre infiel de diecinueve años que representa a todas esas impuras que nos provocan.
Perras, zorras, baratas, frígidas, que no quieren bailar conmigo, que no quieren besarme, por eso merecen estar en esos prostíbulos para poder alquilarlas y hagan lo que yo quiero y lo que no quiero también, que siempre estén dispuestas y abiertas para mi.
En el fondo las detesto, no puedo contenerme cuando estoy frente a ellas, ellas son las culpables de que yo sea así..
¡Deberían quemarlas como lo hacían en la Santa Inquisición! ¡Brujas!
¿Pero, qué escucho ahora en las noticias?
"...El terrible hecho ocurrió en la ciudad de Mosul, Irak, donde encerró a las 19 mujeres dentro de una jaula de hierro para luego quemarlas vivas. La ejecución fue presencia por cientos de personas...."
Se merecían ese castigo, adúlteras e impías, igual que los enfermos homosexuales, sarta de pervertidos que corrompen nuestro mundo. Todos ellos van a ir a parar el el infierno.
Apago la tele, necesito calmarme, conectarme a internet y stalkear a mis favoritas, preciosas, inalcanzables, todas mías.
Me odio porque no puedo tenerlas a mi lado, soy hombre, soy hombre, eso me han enseñado, yo debo dominarlas, no conformarme con una, debo pensar en otras permanentemente, si no ... he fracasado, si no ...mi pene es el de menor tamaño ¡soy hombre, soy hombre por la puta madre!
Despierto, mi sueño ha terminado, ya no soy un hombre, que tal pesadilla, pero, ¿qué clase de hombre soy o fui? Me deprimo, quiero pensar que soy o fui uno en un millón, pero no, no es cierto, en Brasil una mujer es violada cada once minutos y el Perú es el país de América del Sur con mayores denuncias por violencia sexual.
"Según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (Endes) 2013 del INEI, en el país el 71.5% de las mujeres sufrió alguna vez violencia de parte de su pareja, y de este porcentaje, 35.7% fue afectada por violencia física, 8.4% por violencia sexual y 67.5% por violencia psicológica o verbal."
Despierto y mi sueño no ha terminado...
"Soy hombre pues, tenemos nuestros propios códigos"
"Tenemos nuestro propio lenguaje, todos lo hombres hablamos así"
"Todos los chats de mis amigos están llenos de calatas, no hay hombre que no lo haga"
"Las mujeres tenemos que entender que ellos son así, no van a cambiar, por las huevas te asas".
¿Realmente te hace hombre ser como otros hombres?
Entonces, me agradezco por ser mujer.