Sin nombre
“No aceptes lo habitual como cosa natural. Porque en tiempos de desorden,de confusión organizada, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural.Nada debe parecer imposible de cambiar"
Subo al micro, el camino es corto pero el tráfico lo hará eterno, avanzamos a paso lento, Angamos con Panamericana, espacio ideal para choros, vendedores de golosinas y ella que no anda apurada. Sabe que puede seguir charlando unos minutos más. El semáforo cambia, sube al vuelo y le dice a sus acompañantes temporales abriendo su sonrisa de par en par y mostrando los dos únicos dientes que alcanzan para el conteo de mis ojos:
-Gracias huevón, cuídate nomas y ya sabes, yo misma soy si hay carrera.
El hombre alza la ceja dando a entender una amable y silenciosa despedida.
La combi avanza, se sienta frente a mí, puedo observar cada detalle, tiene el cabello largo, muy largo, amarrado por una liga prestada de alguna sobrina o puesta ahí para recordar la colorida infancia. Su acento es dulce y con mucha personalidad a la vez, probablemente es de algún bello y lejano pueblito de la sierra.
Su piel es tostada, me recuerda al rostro de un pequeño niño puneño, el cual aparentemente luce preciosamente rosado y olvida que esconde la radiación que carcome una piel que no puede acceder a un protector solar ni a una crema que evite las grietas. Tiene unos ojos enormes, son tan profundos que llegas a ver de qué están hechos sus recuerdos. Noto que es muy delgada, la casaca que lleva puesta es de alguna empresa de transportes, le queda enorme, quizá a propósito para disimular su cuerpo femenino en medio de tanto machismo callejero. Suena su teléfono...
-Tía, tiíta, te llame pe, el Chumbi me prestó pe el aparato, buena gente el hueón.
Estoy bien, con hambre nomá, la chamba anda baja pe tía, pero ya mañana consigo más carreras pe, más bien échame saldo tiíta, unas tres luquitas, es que quiero llamar a mi amá, quiero decirle que mañana consigo plata para el abuelo, pa la medicina, pero hoy no le puedo llevar pe, no tengo de dónde hacer pe. ¿Casaca? No me compré tiíta, gracias por pasarle la plata a mi ma, pero le dije que la use pa la medicina pe, porque me han dado casaca en la chamba pe, no abriga mucho pero tampoco está tan helada. Ahí sigo pe, descompuesta con el resfrío, pero mañana que consiga plata para el abuelo compro una pepa pa que se me baje la fiebre. Ya, ya tiíta me cuido, más bien échame tres soles pe, no te olvides, ya, ya, chao tiíta..
Ella tiene unos dieciocho o quizá más, pero el bajo peso la hace lucir de unos dieciséis, ella tiene hambre, yo busco en mi mochila, justo hoy no tengo nada, cuando siempre hay un chocolate o una fruta. ¿Le doy unos tres soles? Pero, cómo darle el dinero sin que se ofenda, mientras que le doy vueltas al asunto, el chofer de la combi la reconoce, pero no la llama por su nombre, siempre le dice "OYE", ella le pide chamba, comprendo que las "carreras" de las que habla son las que ella hace como cobradora. Por lo que entiendo hay mucha competencia. Él llega a decirle que debe comer para no seguir enferma y poder ayudar a su abuelo.
Yo quiero decirle que debe comer, quién soy yo para decírselo, maldita sea, yo que como más de tres veces al día. Maldición, qué injusta es la vida... El chofer frena y le dice bájate acá, atrás está, no logro entender el apodo por el que la llama, porque no es su nombre, sé que no lo es.
-El Peter se ha mechado allá atrás y le han sacado la mierda, hazte aunque sea la vuelta y algo te ganas, mañana seguro que tampoco chambea.
Ella baja al vuelo, igual que cuando subió, sé que no volveré a verla, sé que no puedo ayudarla, quizá nadie lo haga, ni ayude a su abuelo, cierro los ojos, no quiero llorar, maldita sea, ¿¡porqué no podemos hacer nada!? ¿Porqué Dios no me hizo millonaria?.. Pero luego pienso que si me hubiese hecho millonaria quizá otro sería mi forma de ver el mundo, quizá peor, no lo sé.
Llego a casa, agradezco cada cosa que tengo, enciendo la tele y veo en las noticias a una mujer agrediendo a otra, llamándola chola, serrana, golpeando a su bebé.
Esto no puede estar pasando, tienen que escapar de la provincia en la que tanto amaron nacer, porque el estado no les provee desarrollo, no pueden estudiar bajo las mismas condiciones que otros en Lima, tienen que buscar un trabajo agotador, explotador y mal compensado, lejos de su familia y encima son discriminados por no lucir o hablar como un supuesto "limeño".
¿En qué nos hemos convertido? ¿Esto es lo que queremos para nuestros compatriotas?
Yo no y si me andas leyendo hasta aquí, te invito con todas mis fuerzas a que tú tampoco. Por la chica sin nombre, con hambre y frío, por nuestros hermanos peruanos, porque nuestra sociedad tiene que comenzar a sanar...